martes, 9 de marzo de 2010

Reportaje Exposición La Vorágine

Probablemente muchas personas se han encontrado en algún momento de su vida con el libro La Vorágine. Ya sea porque les tocó leerlo, o porque quisieron leerlo, porque les han contado algo o lo han visto en la biblioteca de su casa. Pues de cualquier manera, podrán tener un acercamiento mucho más directo con su historia en la exposición dedicada a la novela más importante de José Eustasio Rivera, que se encuentra en la Biblioteca Nacional desde noviembre pasado y hasta este mes. La instrucción es clara: para el que conozca del libro o del autor, para el que quiera saber más de éstos, e incluso para el que no sepa de qué le están hablando, está esta exposición de la que saldrá asombrado por su calidad, además de interesado en leer o releer esta importante obra de la literatura colombiana.

La exposición es el resultado del trabajo dedicado de casi veinte personas lideradas por la directora de la Biblioteca, Ana Roda, y que decidieron mostrar al público por la conmemoración de los 80 años de la muerte de José Eustasio Rivera. Su propósito fue reunir todas las interpretaciones e impresiones que el texto ha tenido desde su publicación en 1924, y definitivamente lo lograron. El que se anime a visitar la que será de ahora en adelante la galería de la Biblioteca Nacional se encontrará con mucha información que denota un alto grado de investigación alrededor de todo lo que significa La Vorágine: denuncia sobre las atrocidades que se vivían en el Putumayo debido a la industria cauchera, un relato de la vida en la selva, la duda sobre la realidad del texto de Rivera, la posibilidad de que no fuera el autor real, y también las historias de Arturo Cova y demás personajes. Por otro lado, el impacto del libro en la realidad colombiana y en la literatura latinoamericana, entre otras cosas. Todo esto: la parte literaria, histórica y de relevancia cultural, minuciosamente analizado pero explicado de una manera simple al visitante.

Y la satisfacción que tendrá el que vaya al salir no estará dada sólo por la calidad en la investigación. Habrá visto la propuesta artística que complementa la exposición y que es también protagonista. Consiste de una instalación compuesta por ediciones piratas de la novela, a cargo de Felipe Arturo; de los dibujos de Liliana Sánchez que ocupan gran parte del espacio en las paredes y el techo, y que cambian con el ritmo de la historia; de la intervención de Mateo López; y de la producción audiovisual que muestra imágenes de la selva y de la naturaleza, mientras la voz de algunos actores narran apartes del libro. Para resumir, se llevará la impresión de un museo de alta categoría, que en un espacio pequeño logra mostrar prácticamente todo sobre la obra y plasmar la visión no sólo del curador Carlos Betancourt y de la Biblioteca Nacional sino de diferentes artistas y de todos los críticos que desde hace más de ocho décadas se han referido a esta obra de manera positiva y negativa.

La visita a la exposición realmente vale la pena por todo lo anterior y porque invitará a la reflexión de cómo la historia alrededor de La Vorágine sigue tan vigente aun ochenta años después: cómo sigue existiendo esa vida infernal en la selva, cómo sigue la explotación en lugares abandonados u olvidados del país, y finalmente cómo sigue habiendo lectores que se fascinan con la obra maestra de José Eustasio Rivera.

Juan Felipe Olano Nieto

200912451

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